jueves, 2 de septiembre de 2010

NAPOLEÓN


NAPOLEÓN


Soñé ayer que a mi lado dormías.
Que aunque no me abrazabas, ni nada,
parecías querer robarme mi sueño.

Sueño que te estoy soñando, es un sueño eterno.
Inmutable al paso arrastrado del tiempo.
Del tiempo desalmado imparable.

Otra persona ocupaba tu cuerpo. Una desconocida hablaba por ti.
Hablaba actuaba se atormentaba.
Tal vez porque no era su sueño. Ni la dueña ni el centro.

Han parado a tu paso los trenes,
para evitar el conflicto.
Atracado los barcos, para que elijas el que te lleve a tu reino.
Aquel donde te aguardan esclavos y pocas sirvientas:
sólo las mudas y muy masculinas.

Preclaros tratan de resolverte el enigma:
cómo es posible llenarte, ¡de vacío!
Has roto todas las leyes de física.
Quizás porque sólo era un sueño,
aunque no fueras la prota ni el centro.

Estudiosos han querido mirarte por dentro:
has anulado otra ley metafísica,
porque has conseguido que vieran, ¡la oscuridad!

Y si entre mirarte o besarte pudiera elegir,
elegiría no verte.
Ni siquiera en un sueño al que sin llamar te has colado.

Napoleón era un gran estratega:
contra las mujeres las batallas se ganan,
en retirada.

Seguiré yo soñando mis sueños.
Sigue tú imaginando los tuyos.

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