jueves, 3 de febrero de 2011

PRESOS


PRESOS


Estoy por mandarte a la mierda, pero me contengo.
Es esta educación judeocristiana, de mierda,
la que no me deja.
Adoctrinados somos desde que nacemos.
En lo que se puede hacer y lo que no:
más esto último.
Las prohibiciones son para tener al pueblo acobardado
y al poder acomodado.

Nada más verte la luz del sol, porque tú a ella no la ves,
te asignan una identidad.
No para que sepas quién eres,
los hay que mueren sin haberse conocido,
sino para tenerte controlado.
Incluso en la escuela se te enseña autocontrol:
refinamiento perverso del estado
culminando en que seas tú mismo el preso y carcelero.

Deja de molestar, maldito ciudadano,
enciérrate tú mismo y después tira la llave.
Calla y obedece por el resto de tu vida.
¿Quién te dijo que, ésta, te pertenece?
Calla y obedece, desgraciado.
Que aquí el único con derecho a mandarte a la mierda,
es el estado.
Sin importar el estado, en que te encuentres.
Mental o geográfico.

Nada es tuyo, no lo intentes.
¿Es que aún no has aprendido a valerte
controlarte
condenarte
por ti mismo?
¿Crees acaso que tu vida es un regalo?
Es sólo una parte del trato, tú nos la das,
nosotros la administramos.
Y no seas tan egoísta, que se lo debes al interés general.

Cuando la generalidad es lo importante
la individualidad es arrollada.
Por eso solo eres carne triturada.

La próxima vez que quieras mandar a alguien a la mierda
piensa en algo productivo
y produce,
condenado.
De mierda.

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