domingo, 16 de enero de 2011

DORITA

DORITA


Con ojos de lástima me miras
mendigando un pedazo de esto que me sobra.
Cansada de esperar lo que no llega,
no llega a pesar de estar tan cerca,
cedes a la tentación de suplicar mejor tumbada.
Que el tiempo a ninguno de los dos nos atropelle
por no poder salir corriendo:
desfallecimiento de esperar ,ambos ahora, lo que no llega.

Corriendo hemos viajado
haciendo camino a la par que caminando.
Largo es el camino en solitario.
Solitarios los dos.

Sin hablarnos bastaba con oírnos.
Soportabas aguaceros lo mismo que cuarenta grados.
Lo mismo lo mismo, que yo.

Solidarios somos en nuestra desventura.
Solitarios quizás en busca de aventura.
Déjate hoy de travesuras
que aún es largo el trecho y está lleno de dudas.

No sé si te preguntas lo que yo no acierto a contestarme.
No sé si hago bien esto que hago.
Ni por que hago lo que hago.
No sé si huyo del, maldito trago,
de tener que soportarme.
Tú ya lo haces:
me soportas y me aguantas.
No protestas, sólo pides.
Aunque no siempre eres recompensada.
Se diría que a veces
sí maltratada:
esas en que el cariño que reclamas
ni aparece ni te es dado.
Desfallecimiento de esperar ,siempre los dos, lo que no llega.
Vida misma.

¿Aún no has aprendido que aquí no hemos venido a ser felices?

Pero hay una duda que sí hemos resuelto con los años:
a nadie importamos.
Lo mejor es que a ti, mira por donde no te afecta.
Lo peor es que a mi ahora tampoco.
Ya me he acostumbrado:

a que las llamadas nadie escuche.
A las visitas siempre interesadas.
A las sonrisas despiadadas.
A la amabilidad sólo fingida.
Al amor enlatado. Al sexo con extraños.
A los abrazos de barra.
A las confesiones de camarero.
A los tratos con un vaso de vino.
Mejor una botella, para amarrar bien el compromiso.
A los gritos de socorro despreciados.
A las noches de vigilia atormentadas.
A la vida en su justa desmedida.
Vida injusta sin embargo.
¿Cuándo no lo fue?, te preguntas.

Me interrogas con tus ojos sabios
que de mi todo lo saben porque observan.
Abandonados fuimos. Antes sufríamos:
por la mala compañía.
Ahora sufrimos:
por no saber a dónde vamos.

Nunca agradeceré tu tiempo Dorita lo bastante.
Perdóname esta distracción egoísta.
Yo ya te perdono
que nunca me dirijas la palabra.

Hablar no sabes ni puedes.
Pero no entremos en detalles, que después,
todo se sabe.



No hay comentarios:

Publicar un comentario