miércoles, 12 de septiembre de 2012

ENTORNO A LA Ñ (relato corto)




ENTORNO A LA Ñ


<<Ñaque: Gran Compañía de Teatro>>. Así dice un diminuto cartel colgado en la puerta del local. Ñon piensa que para ser una Gran Compañía deberían proceder en consecuencia: un cartel de dos por dos metros sobre la entrada sería más apropiado. Y no ese ridículo letrero de cartón escrito a mano con rotulador. -Además, rojo –se dice antes de abrirla de un puntapié.
En el local ocho personas. Una gran espacio de trescientos metros cuadrados. Antiguo taller clandestino de batas de casa caído en desgracia por culpa del Modelo 54. Diseño con grandes flores amarillas que utilizado para un vídeo porno amateur arruinó las ventas: las mujeres asociaron el modelo 54 con el sexo de cocina y dejaron de comprarlo. No querían parecerse a las porno chachas. Los maridos no pensaban igual pero esto no resolvió el conflicto.
Por eso, con los sobrantes de tela sin vender los miembros de la Gran Compañía cubrieron paredes y techo. Una forma de decoración arriesgada en el color, poco teatral según los expertos, e informal en el estilo. –Qué poco estilo –piensa.
Ñon, bailarín de vocación pero rompepiernas por profesión, y por gusto, observa la escena con la agudeza visual de un ñacurutú. A su izquierda, sobre una vieja mesa de madera, probablemente usada como soporte de alguna máquina de tejer, un canastillo hecho con fibra de ñisñil. Dentro unas monedas de poco valor. Como todo lo que hay por ahí: restos de un naufragio dramático, sin supervivientes.
Se las mete en el bolsillo. –¡Me quedo la ñapa! –grita a los presentes pero ninguno le hace caso. Cada uno abstraído en su labor fuera y dentro de la obra que ensayan. Metidos en el papel, que se dice.
Más a la izquierda, apiladas contra la pared, docenas de cajas sin abrir. También del naufragado taller. En sus etiquetas está escrito: <<Ñipe. Producto de Chile. Visite nuestro bar.>>
Hacia el fondo, a la derecha, un piano sin cola contra la pared. Como un detenido y con las manos arriba, o la tapa. A las teclas un ñapango practica una melodía. Ñon quiere reconocer en ella La Vida Es Un Carnaval, pero no está seguro. El pianista es malo de cojones.
En el lado opuesto a la izquierda, un negro ñangotado limpia algo que Ñon confunde con yuca, después con batata. Ni lo uno ni lo otro.
En el centro del local, apenas diez sillas alineadas hacen de cuarta pared. En una de ellas otro tipo, también mulato pero más claro. Con papeles en una mano observa y escucha a las personas de enfrente. Y frente a él y Ñon, al fondo del local y de extremo a extremo, un escenario demasiado sonoro. La tarima es de madera de ñandubay. Cinco personas sobre él: dos en el centro, una a la izquierda, dos a la derecha. Ñon se acerca y sienta en una de las sillas que está detrás de lo que podría ser el director. Para lo que ha venido necesita hablar con el jefe. Desde su posición, comprueba que el negro no limpia batatas, sino ñame. Que el director es un tipo ñaruso y resulta algo repelente. Y el pianista un ñengo que apenas puede mantenerse en la silla. Menos aún tocar el piano con gracia.
Los que están sobre el escenario no van mejor. El de la izquierda, blanco gordo pequeño feo, sujeto de una soga cuida de un ñandú. Ñon no se explica qué pinta ahí ese bicho pero cosas más raras ha visto. Y eso era una Gran Compañía de teatro, así que todo podía ocurrir. Más, si era extravagante.
Los de la derecha del escenario, hombre y mujer. Él un ñeque caucasiano disfrazado de pastor holandés. Ella una ñorbo amarilla vestida con una chilaba confeccionada en Somalia con hilo de ñandutí. Cosas de la globalización, ahora hay de todo en todas partes. Sobre todo si es malo, esto se copia rápido.
Los del centro, otro hombre negro como el trabajo y una mujer alsaciana. El negro metido en un buzo naranja parece un repartidor de butano. Sentado en un banco con un pequeño cartel que dice: <<Recién pintado>>. Ella enfundada en un traje de neopreno, sobre el traje una ñangué. De pie subida en una tabla de surf y con el brazo en alto, se dirige al negro del banco:
Alsaciana
-¡Juro por mi ñaña que no volverán a humillarme!
Director
-¡Que no, que no y que no! ¡Cojodeeer! ¿Dónde has leído tú eso, puede saberse? El texto dice: ¡A dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre! ¡¡Apréndete el texto de una vez, por favor!! Otra vez, desde el principio.
Negro sentado
-¡Eh compadre!, ¿cómo es eso?
Ñandú
-¡Eso digo yo! ¡Ya me tenéis harto con vuestra plasta de obra! ¡Llevamos un mes para que la ñata esa memorice el puñetero texto! ¡Si hasta yo me lo sé! ¿¡Y a mí quién me abona las horas extras, eh!? Esto no estaba en el contrato. Una semana de trabajo y luego liberado era lo pactado, ¡ladrones! Al menos en el circo había tres comidas diarias y un solo pase: nadie va al circo. Pero aquí, una comida y todo el día de ensayos. ¡No, esto no era lo acordado! O se aprende el texto de una vez, o cambiáis de actriz, o me lío a coces con el ñoco este gordo hasta que me suelte y me largo. Además, ¿nadie ha pensado que tener una cabeza de ñu en la pared del escenario podía herir mi sensibilidad? ¿Eh? ¡Exijo su retirada inmediata!
Caucasiano
-¡Déjate de ñoñerías y apechuga como el resto! Aquí estamos todos por amor al arte.
Ñandú
-Por amor al arte estaréis vosotros. Yo lo que quiero es comer y no oír tantas gilipolleces. Además, ¿no crees que decirme a mí apechuga es un insulto? ¡Si lo que más tengo es pechuga! ¡Maldito ño de mierda! Ven, ven aquí que voy a hacer ñuto contigo. ¡Así comeremos!
Negro cocinero
-¡Ah no! De la comida me encargo yo. A mí nadie me pisa el puesto. Además estoy preparando un ñame con ñoras que os vais a chupar los dedos. Bueno, y tú la pata.
Ñorbo amarilla
-¿Otra vez ñoras? ¡Nooo! Me dan acidez y luego no puedo ensayar.
Ñapango pianista
-¡A mí también! Casi me enterráis el último día que cocinaste ese pastiche. ¿No podrían ser unos ñoquis con nata de blancos?
Actor negro
-¡Eh compadre! ¿Por qué no hacemos caso al animal y nos comemos al pastor? Aquí sólo está de figurante y bien podíamos colocar un muñeco, che. Nadie se daría cuenta.
Caucasiano
-¡Maldito aficionado a las maracas! ¡Te voy a hacer picadillo! A ti sí que te vamos a comer, ¡en carne para hamburguesas! ¡Voy a hacer ñoclo contigo!
Pianista
-¡Ñoquis, ñoquis, ñoquis! ¡Yo quiero ñoquis!
Negro cocinero
-¡No tenéis ningún respeto por mi labor! ¡Todo el mundo se cree con derecho a opinar! ¡Un día de estos me marcho y a ver qué coméis! ¿Sabéis cuántas horas me paso en la calle pidiendo para la guagua con la foto de mis hijos colgando del cuello? ¡Y todo para poder comprar unas miserables batatas, o yuca, o lo que nadie quiere de la tienda! ¿Eh? ¿Alguien ha pensado en mi trabajo? ¿Opino yo sobre el vuestro? ¡Porque si empiezo no paro! Mediocres, eso es lo que sois, unos mediocres desagradecidos.
Actor negro
-¡Pero compadre si tú no tienes hijos!
Ñorbo amarilla
-¡Y la foto me la has robado a mí! ¡Son mis sobrinos, siete años que no los veo! ¡Devuélvemela!
Alsaciana
-¡Serás mentirosa y amarilla! Esa foto me la encontré yo cuando ocupamos el local! Estaba aquí, tirada en el suelo. ¡Tú me la has robado!
Director
-¡Callaros, callaros, callaros! ¡Cojodeeer! ¡No hay forma de llegar al tercer acto con vuestras peleas! ¿Para qué me he partido yo los huesos escribiendo esta obra si nunca la vamos a representar? ¿Me queréis decir? ¡Esto es un ultraje!
Ñandú
-¡Otro mentiroso! La obra la escribí yo cuando estaba en el circo, entre horas muertas y animales muertos de aburrimiento. Para no acabar como ellos y tener la mente ocupada. ¡Y es autobiográfica!
Blanco gordo
-¡Ñato, no me lo habías dicho!
Ñandú
-¿A ti? ¿A ti? ¡Qué te voy a decir a ti si sólo piensas en comer!
Cocinero
-¡En comer sólo piensa este negro, en qué hacer para comer cada día! Ustedes se la pasan soñando con vivir de este cuento.
Caucasiano
-¿Cuento? ¡Qué falta de respeto, qué insulto a la razón! Nosotros somos artistas. Y tú un simple cocinero que no sale del plato de ñame con ñoras y el ñoclo con yuca salada.
Cocinero
-¡Pastor holandés sin ovejas! ¿No sabes que hoy la cocina es un arte? ¿No ves a los cocineros como estrellas de teatro? Qué digo, la gente de teatro nunca son estrellas. ¡Como estrellas de cine!
Pianista
-¿Artista un cocinero? Hoy se llama artista a cualquier ñangotado comemierda. ¡Yo sí soy un artista! La música es la más sublime de las artes. Y no mostráis ningún respeto por mi obra.
Cocinero
-¿Ñangotado yo? Te voy a tirar con el martillo de hacer ñuto. ¡Qué me hablas tú a mí ñiquiñaque de dedos rotos! Si tu familia malvivía recogiendo flores de ñire y engañando a los turistas diciéndoles que eran buenas para el corazón.
Pianista
-¡No, eso es falso! ¡Soy ñublino hijo y nieto de ñublinos! Todos pianistas, violinistas y luthiers. ¿Y tú? Ñáñigo hijo de ñáñigos bebedores de mate y ron.
Actor negro
-¿Ñáñigo, tú eres ñáñigo compadre? ¿Qué pasa que nunca te vi en las reuniones?
Cocinero
-Toma, por alguna razón son secretas mi güei.  
Pianista
-¡Tú que vas a ver con esos ojos virados! Si te has de pasar la obra sentado para no tropezar.
Actor negro
-¡Traédmelo aquí que le reviento la cabeza! ¡Traedme a ese pianista que en tres meses no ha aprendido a tocar La vida es un carnaval!
Amarilla
-¡No disparen al pianista! Ohmmm… Ohmmm… Ohmmm…
Caucasiano
-Ya ha vuelto la mística. ¡Qué ñubla la chorba esta! ¡Director!, ¿puedo cambiar de pareja? No soporta a esta jipi amarilla.
Amarilla
-Ohmmm… Ohmmm… Ohmmm…
Director
-Yo soy el que no os soporta a ninguno. Seis años de bailarín, cuatro de arte dramático, cinco de director de escena, dos de prácticas en el Madison Square, uno en Broadway. Y todo para terminar con esta compañía de vagos y ñoños. ¡Me voy! ¡No os aguanto más! ¡Abandono! Prefiero recoger ñocha como mi abuelo. Al menos tenía paz y le daba para comer.
Blanco gordo
-Ay nooo doctorcitooo, no nos abandone. ¿Cómo seguir sin usted que es el alma de la compañía?
Director
-¿El alma? ¡El alma y el diablo! Todo, todo soy yo aquí. ¿Y para qué? ¿Para aguantar esta pandilla de mendrugos? ¡No no no! ¡Se acabó!
Ñandú
-¡Eso es, vete! ¡Cobarde! ¡Pusilánime! ¡Alfeñique! Pero no a recoger ñocha, sino ñapindá. ¡Fardos de ñapindá con las manos desnudas para que te hagas un hombre! Por lo menos en el circo teníamos un domador con agallas. Elefante que no se balanceaba en la telaraña, latigazo. Pájaro que no cagaba sobre un espectador, latigazo. Pez que olvidaba, latigazo. Cocodrilo que no lloraba, latigazo. Pero tú no. Tú lo soportas todo. Al pianista de dedos rotos, al cocinero ladrón, al caucasiano figurante porque no sabe leer, a la amarilla budista colgada, al negro ciego que no quiere bastón por coquetería y hay que tenerlo sentado porque si no va de sopapo en sopapo. Incluso a la alsaciana desmemoriada que no se aprende dos frases. Por no hablar de este gordo tontorrón que estoy obligado a soportar, sin iniciativa para hacer un ñudo a no ser que se lo pidan por escrito. Vete, sí. ¡Huye cobarde!
Director
-¡Esto no es una compañía de teatro! ¡Es un nido de cuervos! ¡Una madriguera de ñacaninás! Sin mayor talento que el de insultarse unos a otros y a mí. Yo, que me he preparado para triunfar malgasto mi tiempo con unos majaderos cuya única habilidad es ocupar locales y su mayor inquietud hacerse con mate para pasar la noche calientes.
Cocinero
-¡Eso es! Que de la comida sólo me encargo yo y nadie me lo valora. ¡Y la cocina es un arte!
Director
-¡Tú cállate ñáñigo! Cerca has estado de intoxicarnos en más de una ocasión con tu santería de aficionado. Me largo, abandono, no me busquéis. ¿Y tú, quién eres tú?
Ñon
-Yo venía a cobrar lo que se adeuda o echarles a la calle a tiros, pero en realidad soy bailarín.
Pianista
-¿Otro bailarín? Aquí bailan hasta los cojos.
Director
-Así que bailarín. Mejor, estas ñacaninás no notarán el cambio. Toma, aquí tienes el texto completo. La obra es tuya. Toda para ti. La dirección, la compañía, te lo doy todo. Puedes quedártelo a condición de que nada me devuelvas. ¿Hay alguna vacante de gánster donde tú trabajas?
Ñon
-La mía.
Director
-Me la quedo, una cosa por otra. No se hable más. ¡Por fin una forma honrada de ganarse la vida!
Pianista
-¡Haré los honores! ¿Conoce el nuevo director La vida es un carnaval?
Ñon
-Play it again, Sam.


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE 

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