sábado, 3 de agosto de 2013

CARRERA


CARRERA


Ella suplicó que no le abandonara, que no se fuera
así, de esa manera.
Sin avisar sin razonar sin dialogar sin ganas.
De volver.

Que iba a devolver por el camino si no he desayunado cómo hacerlo
-le replicó. Él.
Desfallecer quise decir desfallecer no te vayas así o lo lamentarás.
-contrareplicó. Ella.
Deberías estar acostumbrada ya lo he hecho otras veces. Déjame en paz.
No te dejo no te vayas toma algo ¿no ves que lo hago por ti?
No insistas tanto suéltame tengo una cita llego tarde.
¿Con esa pelandrusca otra vez? ¡Te prohibí que volvieras a verla,
no te consiento esa desobediencia! ¡No se te ocurra marcharte!
¿O qué? –respondió él.

Devolvió aquella bola de partido con tal fuerza que ella quedó boquiabierta.
¡Que no vuelvas!
Error.
¡Así lo haré ya me tienes harto! ¡No soporto tus intromisiones
tus espionajes tus sospechas tus órdenes!
¡Pues vete ya de una vez! ¡Y cierra esa puerta que están entrando moscas!

Dos semanas más tarde ella buscaba a su hijo en las listas de desaparecidos.

Y hasta hoy, que tras cinco años desesperados
aún no ha perdido toda esperanza.




 © CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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