sábado, 25 de mayo de 2013

A PESAR DE TODO

A PESAR DE TODO


Estoy en un momento transitorio. En fase de tránsito.
En lapso que sita en pleno trance: separando mente de materia.
Pura paradoja de mí mismo pues no hay mente sin materia que la sustente.
Pero lo intento.
Siento que migro desde la absoluta inexistencia a una completa desaparición.
Que me diluyo entre los minutos del tiempo y el solvente del espacio
cada día más vacío.

Visto así, soy un emigrante, por tanto.
De mi yo de ayer al no sé de hoy.
Soy un intruso en mi hogar, un ocupa en el trabajo, un apestado en la sociedad
de desplazados. Nueva forma de llamar a los expulsados
en la gran era de los eufemismos y los discursos fatuos.

Siento que he cruzado la frontera por el paso más estrecho;  
ahí donde los animales salvajes no se atreven a mirar:
caída en vertical hacia el vacío ansía tragarse a cualquier desafortunado
en un trance o un traspiés.
Sé que me alejo de un ser que no era nadie para disfrazarme de un Don Nadie.
También hay clases entre los desclasados,
extraoficialmente reconocidos como inclasificados.

Abandono mi aquel yo del inframundo
para no cubrir lugar alguno en este mundo al descubierto.
Me llaman ahora abandonado.
Renuncio al ser que no fui y abrazo con fervor este nuevo ser que no será.
No alumbrará idea alguna. No dará un salto en el tiempo.
No cruzará otra frontera que la delgada línea que separa la paz de la guerra.
Aquella paz que no era sino la antesala del duro conflicto que aguarda.

No dejo atrás sino cenizas de una vida consumida.
No hay delante sino polvo en un camino por este desierto de desesperados.
Muertos en la cuneta los fatigados,
huyendo por dunas sin fin los que nunca se rinden.
Arriba el sol como un incendio. Bajo los pies la arena como brasas.
Nuestro destino es arder. Arder y arder hasta desaparecer.

Estoy en ese momento de tránsito que me sacará de la nada
y no llevará a ningún sitio.

Y sin embargo, avanzo.


 © CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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