CAMBIO DE TENDENCIA
Ya no invitas a nadie a
tus fuegos de campamento:
barbacoas de jardín con
amigos bebida y buena carne.
aquellos eran buenos
tiempos. Y ellos, parecían amigos.
Todo pasó sin saberlo,
ni tú ni los demás:
cuando creíais en una
felicidad sencilla y duradera.
Sin más pretensiones
que una mesa abastecida y agradable compañía.
Productos de la tierra,
nada de importación pues tampoco se pretendía,
y tardes para regalarte
el tiempo que fuese necesario.
Vino de crianza cerveza
fría: antidepresivos naturales para un estrés tolerable.
Carbón vegetal brasas abundantes
aceite de oliva virgen extra:
olor a satisfacción,
humo que se disipa como la felicidad.
Puritita vida de
contemplación en los años pacíficos del ciudadano medio.
Tal vez, ¿sin clase?
Apenas un lustro ha
bastado para cambiar el jardín por un refugio.
Salvavidas.
Bunker antidesastres en
el que te ocultas cada día
de estos que pasan sin
clemencia.
Al abrigo de un tornado
empeñado en no dejar vida en pie.
Seremos arrastrados o
viviremos arrastrados. Tal vez como gusanos.
Atrás quedó todo
disfrute prescindible. Por superfluo hoy te dices.
Por innecesario te
conformas.
Quizás por no poder
pagarlo.
Hoy para beber lo
indispensable: agua de grifo.
Para comer lo justo:
pasta legumbres y patatas.
Para celebrar lo
mínimo: ¿qué tal el hecho intrascendente
de que aquí seguimos
vivos?
Aunque solos.
Ya no vienen los
amigos, que no hay fiestas de guardar
ni con qué viandas
hacer.
O no se acercan por
temor a lo que vayas a pedir.
Ya no hay el descanso
merecido del guerrero en su castillo.
Hoy estamos todos
sitiados por un enemigo más invisible y poderoso
que el dios al que
reclamas unos minutos de alivio.
Un mero gesto de
respiro un descanso en la batalla un alto en el castigo.
En vano añoras aquel
tiempo ya pasado. No volverá.
Resígnate o muere en el
intento.
© CHRISTOPHE CARO
ALCALDE
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