OFRENDAS
A la santa van con
flores sus cuatro hijos.
Santa puede que fuera pero
ellos son unos hijos de puta.
En la puerta del campo
santo, ocupado por pecadores,
deja el mayor las
redes. Vive de la pesca furtiva.
Y de trincar lo que
puede más de veinte horas al día.
Roba la pesca roba las
redes roba el gasoil del barco
y roba con la báscula a
los clientes.
Vive como ladrón pero
se dice trabajador.
Tampoco paga impuestos
porque llama al estado ladrón.
El más pequeño le lleva
ramas de olivo. De su tarea en el campo.
Tonto como un zapato, saluda
como aceitunero altivo.
Aún tiene barro en las uñas
y estiércol bajo las suelas.
Se lo regala el vecino,
que sólo posee diez vacas pero la mierda le sobra.
Con ella abona el
pequeño sus tierras; aunque algo debe hacer mal
pues siguen los olivos
enanos.
Él para los demás se
lamenta, pero por dentro se alegra:
así le dan menos
trabajo. Y la subvención cae igual,
lo digo por si alguien
no se quisiera dar cuenta.
De las dos hijas la
mayor es la más lograda. No por guapa
que feas son como
lagartos, sino por logros conquistados
a golpe de cintura y
pelvis.
Y aunque no es muy abierta
de mente, si lo es habitual de piernas.
Sin más habilidad que la
de dejarse hacer, sacó la cabeza del cesto.
Y se la puso sobre los
hombros que nació con ella cortada.
Ganó maridos y posición.
En su caso fue lo más fácil porque ninguna tenía.
Hoy se resume a sí
misma como una mujer de mundo. Aunque
bien podría ser
mundana.
La pequeña es actriz de
teatro, normalmente en el paro.
Histérica y gritona
desde nacida, eligió bien el oficio.
O este le eligió a ella,
el día lejano aquel en una fiesta de colegio.
La protagonista de una
obra infantil calló por las escaleras
antes de subir a
escena.
Calló o la empujaron, porque
justo detrás iba ella.
Sin testigos de lo
ocurrido, le quitó el disfraz para sustituirla;
nadie se lo pidió, y tampoco
notaron el cambio.
La obra era La Zorra Y
Las Uvas, y el traje era de Zorra.
Aquel fue el papel de
su vida, pues aunque el traje ya lo devolvió hace años,
bien podemos decir que
nunca se lo quitó.
A la santa hoy le lleva
camelias:
aunque zorra ella se
siente una dama.
La mayor margaritas:
sigue deshojando parejas.
Y el mayor, ese le
lleva escamas y algas;
de lo que por mal pescador,
le sobra.
© CHRISTOPHE CARO
ALCALDE
No hay comentarios:
Publicar un comentario