sábado, 25 de mayo de 2013

RENUNCIA DEL SER. Y ESTAR

RENUNCIA DEL SER. Y ESTAR


Por no poder salir adelante van vendiéndolo todo,
comenzando por los grandes sueños.
Los mejores a precio de saldo; los malos hubo que regalarlos:
para que otros más listos cambiándolos de envoltorio
sacaran tajada de ellos.

Después fueron los muebles: pocas pertenencias malas su mayoría.
Valor el sentimental: de haberlas construido en el mejor de los casos.
Con sacrificio y sus manos.

La casa no les dio tiempo: antes de pensar en vender ya se la habían quitado.
En la calle de cuatro patas tuvieron que pensar en sus hijos.
La forma menos cruenta de deshacerse de ellos.
Fue en el mercado de abastos:
un mayorista sin clase y trampas de categoría los compró a bajo precio.
Subastarlos como ternera quería: Categoría-1ª.
Rápido los colocó que hambrientos hay muchos pero los de carne humana
quienes mejor pagan. Disimulando juran que es de ternera.

Seguido les quitaron las ropas, que otra cosa ajena al cuerpo no había.
Tratándolas no más que lo justo un buen traficante de desechos
las despachó como trapos de cocina. Pues aunque parezca mentira
lugares quedan donde todavía se cocina.
Ahí acabaron los dos: mansamente permitiéronse descuartizar.

En vivo les arrancaron la piel, para no dañar el producto
y hacer buenos tambores de fiesta.
Después las manos y pies: trofeos en urnas de acaudalados.
Las cabezas para los perros. No hay quien soporte esa mirada de degollado.
Las vísceras para gatos y cangrejos.
Aunque la grasa era poca fundida salió un tarrito de crema:
con que untarse la cara y rellenar las arrugas. Apta sólo
para muy muy señoras.
Con la carne una gran parrillada. Entre amigos exclusivos.
Vuelta y vuelta, no churrascada.

Cumplieron al final su objetivo: compartir mesa con la clase alta.
Ya que no pudieron ser, al menos supieron estar.


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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