domingo, 17 de junio de 2012

INTROSPECCIÓN






INTROSPECCIÓN


Estoy en el momento de liarme a pensar, qué digo, mucho peor:
a reflexionar.
A puntito a puntito de empezar  a darme vueltas por fuera y por dentro:
más esto último. La cosa pinta mal.
Lo sé por los indicios: indiciariamente inferible,
que diría un juez en sentencia inspirada. Estos son:

sin darme cuenta he preparado una pipa con tabaco de caña,
por el dulzor. Que al menos no me huela el aliento a cenicero.
Sin saber cómo
he despachado al gato de mi vieja butaca para los momentos de relax.
-          Es en ella donde siento a las chicas que contrato pero esto es un secreto.
Creo que sólo lo sabe el gato-.
El mejor espacio de la casa, también lo sabe el gato y por eso me lo quita
y por eso lo despacho.

Me he calzado las pantuflas de invierno aún cuando estamos en agosto.
El batín de los días de tormenta.
La barba cana postiza que me hace más maduro, con instrucciones de atusado.
La oferta incluía una mano de plástico para ejecutar y no cansarme.
El relax, el relax es lo importante.
He preparado la lumbre en la chimenea de la biblioteca,
esa que alimento con los libros que tengo sin leer,
y tomado un cuaderno de notas breves imposibles, mi pluma de ganso,
por el parentesco,
y un güisqui doble doble malta doble filtrado doble puro.
Que no haya sospecha de mi determinación.

Ocurre a veces, esta es una de ellas, que cuando voy por el segundo
todo amago analítico se evapora.
¿Será porque no hay nada en que pensar
por los vapores de lo etílico
o porque ahora viendo doble lo tengo todo claro?

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