martes, 16 de abril de 2013

CRUCEROS DE ENSUEÑO



CRUCEROS DE ENSUEÑO


Puestos en esta encrucijada de dirimir sin ambages
ni debilidad ni temblores
que ya va a ser siempre hoy mejor que mañana,
queda por admitir resignados que no habrá futuro que nos ampare
ni pasado que nos avale.
Que desnudos y condenados estamos
a los romos remos de esta galera de esclavos.

Tendremos sed y nos darán agua de mar.
Pasaremos hambre y nos darán sobras y ratas.
Tendremos frío y nos dirán joderos y remad más fuerte.
Al que por su cansancio se lamente lo condenarán a doble jornada.
Al que se queje cien latigazos.
Al que se enfrente lo arrojarán del barco;
donde tiburones más nobles que los de cubierta
para evitarle el sufrimiento de morir ahogado
por humanidad se lo comerán. Por suerte,
será todo muy rápido.

Esto que hoy es un vulgar trirreme, de castigo y trabajo,
como crucero de placer nos vendieron a precio de oro cada pasaje.
Y tras algún soborno también los vicios.
El viaje sería por el mediterráneo, con fiestas bailes y escalas:
empezando por las islas griegas.
Hermoso y antiguo pueblo, o quizás poblado,
que vivía de visitar sus ruinas y hoy vive sobre los escombros.
Lo que antes era historia y sabiduría,
es hoy desolación abandono y llanto.

Fue entonces cuando nos detuvieron.
Y los carteles de plástico, las pinturas frescas,
los cuadros lámparas tapices falsos,
la sonrisa agarrotada de la tripulación,
desaparecieron.

Fue ese día cuando nos robaron el equipaje la cartera
las joyas sencillas de los abuelos los juguetes complicados de los hijos.
También los hijos para no volver a verlos,
y quizás venderlos o abusar de ellos.

Nos quitaron la ropa nos detuvieron nos retuvieron
y a los romos remos del crucero fantástico nos encadenaron.
Todo era cartón todo era mentira sólo era una trampa.

Hoy queda el desasosiego la vista cansada
el horizonte lejano e incierto.

Y sobre él,
la mirada perdida.


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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