viernes, 12 de abril de 2013

TAREAS DOMÉSTICAS



TAREAS DOMÉSTICAS


Él plancha su ropa de trabajo,
del trabajo de ella,
mientras ella da queja a sus amigas del trabajo que le cuesta
separarse de él.

Decía con poca credibilidad y mucha exageración que la planchaba:
él a ella.
En realidad era al revés.

Él compró la tabla,
de planchar,
para posar su órgano,
sintetizador YAMAHA 3000,
en los conciertos por el país y el mundo que le quisiera contratar.

Ella compró la plancha, por el afilado de un extremo,
para tirársela.
Había hecho lo propio con platos sartenes cazuelas cubiertos y fuentes.
O fallaba la puntería o fallaba el arma:
con frecuencia antes de alcanzar su objetivo, se rompían.
Si bien poco claro tenía ella sus objetivos,
sí había hecho de él su gran enemigo.

Con la plancha al fin le abrió un día la cabeza,
ella a él,
para entenderlo mejor.
Nunca supo qué pensaba qué deseaba qué era aquello que le gustaba:
le rompió la cabeza.
Quizás debió buscar en el corazón. Ya era tarde se paró.

Cayó la sangre rojo tomate sobre el órgano.
Teclas negras y blancas escurriendo gotas espesas
de trabajador incansable hombre devoto marido voluntarioso amante fiel.
Envidiado por otras ellas al padre ejemplar.

Ella,
la planchada,
cogió el cuerpo lo tiró en el sofá encendió el televisor pasó la fregona
y se marchó al cine. El cine es evasión.

En el trayecto se encontró con la vecina del tercero:
cotilla como pocas y amiga del difunto como ninguna.
¡¿Dónde vas sin tu Joaquín?!
¡A ver una película!, necesitaba salir.
¡¿Y él?!
¡En casa viendo la tele y tirado en el sofá! ¡Hombres,
qué te voy a contar!

Ya, ya.


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

No hay comentarios:

Publicar un comentario