martes, 11 de junio de 2013

2ª PÁGINA DEL NUEVO PROYECTO LITERARIO







había arrasado con el trabajo manual en sectores no estratégicos para la seguridad nacional. Tal era mi caso a joderse tocan.


Sin hijos que alimentar ni esposa ni cargas que soportar busqué por internet una vía de escape rápida. Casi de urgencia. Destino fin del mundo, para los que vivimos en este lado del mundo que para ellos será el origen. Mera cuestión de perspectiva, y como ocurre en todas partes que poco hay de nuevo bajo el sol.


Perdido el trabajo en la última reconversión social, esto desencadenó una serie de acontecimientos que nunca hubiera imaginado. La repentina falta de ocupación trajo el exceso de tiempo. Éste la sobreexposición a la pareja, siempre un asunto pendiente para el que no existe crema protectora. Lo cual degeneró en un bistec muy hecho. Demasiado para mi gusto que soy de la carne al punto. Quemado, vamos.


Cada uno por su lado y las deudas por todas partes con ascensión a hipervelocidad. Con ese ritmo el cohete sólo podía explotar. En miles de trozos se esparció por un cielo lleno de nubes cargadas de tormenta y estrellas sin ilusiones. Desfragmentadas las esperanzas del maduro ausente los sueños del adolescente los compromisos adquiridos con los gananciales de una pareja sin éxito. Y todo lo demás: coche casa muebles lujos caprichos. Lo inesperado se hizo carne y lo imprevisible se tornó presente. A la mierda todo en un pis pas.


Debo admitir que en pleno arrebato libertario y reparador los muebles los regalé yo: no quería que se los quedara el banco, no me los podía llevar, no tenía a mi medio pomelo para consultar. Siendo yo un limón ácido, aquellas partes nunca se complementaron. A veces me pregunto cómo no lo vi venir: la anestesia del amor que te vuelve idiota. Un antiguo amigo, de los tiempos de la abundancia, fugado como todos y divorciado tres veces, solía decir que el amor es un estado tontorrón del pensamiento que no aporta nada interesante. A lo que yo respondía que, por suerte, se cura con el tiempo. ¡Ah, cómo añoro aquellas barbacoas de borrachos y cínicos!

Con la escasa asignación del paro se sobrevive: leche desnatada sopas preparadas hamburguesas de cerdo. O se muere despacio según se mire. Más rápido que trabajando pues la falta de autoestima es un cáncer terminal. La ministra del ramo, incapaz como sus antecesores en el cargo de crear un solo puesto salvo el suyo al dimitir, pidió auxilio a su colega de la hacienda federal y el gobierno lanzó una campaña de desahogo por la vía de urgencia. Se entregaba el paro de una sola tacada a todo aquel que



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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