jueves, 5 de marzo de 2009

LLEGÓ EL DÍA

LLEGÓ EL DÍA

Hoy salí de casa
y una luz fantasmagórica caía del cielo.

El sol, el astro rey
Helios, Teotl, Shu,
quemó sus últimas reservas:
sólo ocho minutos para seguir viendo lo que veo.

Después, la luz naranja previa al colapso
pintó sombras entre ocres y sienas.

El mundo es el mundo porque así tiene que ser.
¡No hay otra manera!
¿No hay?

El mundo da vueltas,
porque tiene sobre qué darlas.
Ya no.

El sol,
una hoguera emitiendo radiaciones mortales.
Un cuerpo más,
tan vulgar como cualquiera.
Alrededor, la cuarta dimensión
el espacio creándose según se alejan las estrellas.

Quiero llegar allá lejos
Quiero saber lo que me pierdo.
Conocer lo que se esconde al otro lado.

Pero no puedo marcharme de aquí,
estoy,
estoy como un borracho pegado a su botella.
Y si fuera un romántico diría que soy un borracho de la vida.
Pero no es cierto:
la vida me da cirrosis.

Sé que nunca tocaré las luces azules,
que mi destino es morir donde he nacido:
un planeta perdido en medio de la nada.

Ya no importa,
la luz naranja es el principio del fin,
el inicio del estallido final.

Reventaré, reventaremos todos.
Reventarán las obras de arte,
Reventarán los mares y los cielos.
Reventaré y acabará esta estupidez de amarte.

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