lunes, 22 de septiembre de 2014

PÉTALOS DEL PENSAMIENTO, parte 154



Fausto cruza el entrepuente cámara en mano dispuesto a registrar la presencia. Ya en el exterior, casi a tientas, busca a la niña. Agudizando la vista para extraer del fondo de sombras una silueta que la identificase. Charlotte le sigue a prudente distancia. Siendo difícil adivinar su próximo movimiento no le apetecía ser arrollada por un brusco cambio de dirección. El viento sopla a rachas, frío y húmedo. Un oleaje incómodo balancea el barco retenido con el ancla. Fausto nervioso trata de localizar a su niña. Rebusca entre la maquinaria, por los armarios y cajones adosados a los mamparos. Todos candados excepto uno; poco se ve pero dentro no palpa más que herramienta. Y huele a herramienta.

Halla unos peldaños soldados a la pared que ascienden al techo del entrepuente. No se atreve a subir, entre los movimientos del barco, las rachas de viento y sus recuerdos. Demasiado reto para encontrar una niña que sólo ve él.

-¡Faen…! ¡Vámonos!

Da media vuelta hacia popa, a dos pasos pisa un objeto pierde el equilibrio cae al suelo.

-¡¡Faen!!

-¿Qué te ha pasado? –pregunta Charlotte desde su posición, prudentemente inmóvil pegada a la puerta-.

-¡Ay! ¡Que me he caído! ¡Quién me mandará a mí…! Pero, ¿qué es esto?

-¿Lo qué?

-¡Maldita sea! ¡Es un zapato! ¡Un zapato de niña! ¡Tengo la prueba que me faltaba! Ha de esconderse en alguna parte. Si no está en el techo será la enfermería, pero no puede andar muy lejos. ¡Ha perdido aquí su zapato!



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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