jueves, 11 de septiembre de 2014

PÉTALOS DEL PENSAMIENTO, parte 203



Contra la tapia del patio de la cárcel, también nueva que antes fue la universidad donde en no se sabe qué orgía se gestó la ingenua idea del cambio, esparció sus sesos de idiota. Poca mancha, esto es cierto, que no había gran cantidad de material. Lo justo para obedecer y mandar sin pensar.

Cuando Dmytro se enteró del cotilleo, los fusilamientos ya no eran noticia, no pudo evitar una mueca de satisfacción. La chispa entre las injusticias.

Años más tarde, sin mujer ni hijos, viajaba solo en un barco con nuevo rumbo. A la mujer la mató la disentería, a dos hijos la gripe española, al tercero las revueltas y contrarrevueltas. El cuarto desapareció. Salió un día a buscar trabajo y no regresó. Dmytro quiso pensar que había encontrado una buena ocupación, por fin. La realidad, que no conoció, fue que lo apuñalaron. Precisamente en la cola de obreros ante la fundición donde eran frecuentes las peleas de la desesperación.

En El Faro De Benin sonríe por primera vez el abuelo en mucho tiempo. Tatjana la del vestido morado pareja de baile de Andrea un italiano al que no entiende bailando una canción que no conoce, es como su Ninenka cincuenta años antes, aunque sin su pañuelo a la cabeza. Y su Ninenka era única:


-¡Bravo! ¡Bravo!

-Gracias, muy amable. Es usted muy galante, caballero.



Jalea el abuelo corresponde la mujer.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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