lunes, 22 de septiembre de 2014

PÉTALOS DEL PENSAMIENTO, parte 160



-¡Mira, mira!

-Alguien ha estado aquí.

-¡Ya sé quién ha sido! Los africanos. Los vi salir cuando me dejaste sola en el bote.

-¿Has dicho sola? ¿No eras tú la que pedías ser tratada como hombre?

-Sí, bueno… Me ha venido a la memoria el recuerdo de ese encuentro y… No me apetecía ocupar ahí el papel de un hombre, voilà la verité! Fais pas ta gonzesse, Fausto.


La imagen de ese episodio en el bote salvavidas entra en sus mentes. Activando todos los sensores del deseo. Solos y alejados de las miradas de los otros, en un espacio cerrado… Es una ocasión propicia para más sexo desinhibido. Si no fuera por el fondo de mal olor, la suciedad y el repelente desorden. Se precisaba una líbido muy alta para abstraerse de semejante escenario y disfrutar. De momento, no era el caso. En comparación, el bote tenía un nivel de suite cinco estrellas.

A Fausto le vence la curiosidad de volver a abrir la caja, y quién sabe si dejarse deslumbrar por su contenido. No es posible: ahora está cerrada.


-No hay duda. Tus africanos han pasado por aquí.

-¿Serán ellos los dueños del dinero?

-No lo sé. Tal vez sólo los guardianes. Vamos por ahí, a ver qué nos encontramos.


Él toma unos planos cortos del trastero y sale al pasillo, caminando de popa a proa mientras graba un suelo sucio y pringoso entre paredes de hierro. Lisas, desnudas, iluminado todo bajo la mortecina luz de seguridad, parecen adentrarse en una cueva de metal. Donde una nube de murciélagos construidos con tornillos y cables se les echaría encima al próximo paso.




© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

No hay comentarios:

Publicar un comentario