martes, 24 de junio de 2014

HUMANIDADES ENFRENTADAS, parte 28



Cinco años más tarde me licencié de sacamuelas. Raspaditas las notas y raspaditos los ahorros, pero lo conseguí. ¡Yo, sí, qué pasa! Sacrifiqué cinco años de mi vida para terminar unos estudios cuya duración era menor, pero… lo logré. Y sin ayuda paterna. Yo solita. Esto subió mucho mi autoestima. También la necesitaba, más que el título en realidad. Tanto que me crecí, no sé si dos centímetros a mi edad ya tiene mérito, y monté mi propia clínica. O la montó el banco y yo me enterré viva con él. Otra vez esclava. Joder con este capitalismo.

El negocio fue mejor de lo esperado. Reparar caries sacar muelas roscar implantes y atornillar aparatos a los dientes, principalmente a esos españolitos devenidos en pijos que querían lucir dentadura tardíamente, y que no sabían cuán inútil era este proceso a su edad pues los dientes migran nuevamente a su deslocalización original, era más lucrativo de lo que nunca hubiera imaginado. En un año tenía dos personas trabajando conmigo, o para mí. Viva el capitalismo.


Tanto me crecí y saqué pecho con gusto, tómese esto como se quiera, que un día en plena euforia gastadora me inscribí en un gimnasio. Buscaba menos ponerme en forma y más la testosterona. O ponerme en forma con sobredosis de testosterona, no sé y me da igual. ¡Había tanto trabajo pendiente por hacer! Creí que había enderezado definitivamente mi vida pero ésta me tenía reservado un último giro. Una verdadera pirueta del destino.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

No hay comentarios:

Publicar un comentario