domingo, 1 de junio de 2014

LA GUITARRA SIN CUERDAS

LA GUITARRA SIN CUERDAS


Es culpable el artista. De pensamiento y obra.
Por su obra por hacerla y, lo peor,
querer mostrarla.

Y por esto y por lo otro y por aquello
debe pagar. Y paga.
Paga con el desinterés la indiferencia. Es lo habitual.
Paga con sangre paga con tiempo:
el de toda su vida a una causa entregada.  
Seguramente equivocada con el error de ser artista.
Al tiempo que esos otros, piden y piden y piden… pista.

Paga con lo que más quieren por lo único que quieren, los mismos otros,
el enjambre de abejorros que rebuznan a su lado:
el dinero.

La más dulce miel para la fauna:
de marchantes galeros cuenteros sopleros de oído vendedores de humo
tratantes de ganado enfermo camiseros pesebreros de menú diario
garrapatas mutantes tenias acompañadas, de fastos servicios y vicios,
curatores snob arribistas de último minuto oportunistas de manual
tramposos de banquillo buscavidas de caramelo y violación
críticos adelantados con grave retraso mental agentes de arte que no entienden
aprendices de estrella sacapechos del engaño.

Fauna breve:
de mediocres mentirosos ignorantes y parásitos.
Fauna arrimada abrevando en el pilón
de agua clara:
agua nueva que mana de la que el artista sangra.
Fauna sacudiendo el rabo que las moscas espanta.

Al camastro cada noche paja nueva que el artista,
quién si no,
con sumisión cambia.
Fauna necia como bueyes torpe como moscas.
Como las moscas que el rabo espanta.
A golpe de necesidad que el artista calma.

Fauna soez fauna pulgón: inútil vividor y gorrón.
Fauna succión, de la obra
hecha toda ella con la sangre del artista.

¡Morcillas, morcillas!
En ella sólo ve morcillas,
toda esa fauna.





© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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